Una luz aquí
y ahora
Crónica del encuentro con inventores e inventoras para el wët wët fxizenxi, realizada el pasado 15 de agosto. A partir del mes de septiembre se iniciará un nuevo recorrido para visitar uno a uno los inventos que falta por visitar.
Mientras unos hacíamos el programa Ya’ja, para Putxwe’weka, de Radio Payumat, los demás rodearon a Jeo y lo acosaron a preguntas. Estábamos en su huerta tul, exactamente en el maizal.
Mientras unos hacíamos el programa Ya’ja, para Putxwe’weka, de Radio Payumat, los demás rodearon a Jeo y lo acosaron a preguntas. Estábamos en su huerta tul, exactamente en el maizal.
Uno a uno los inventores e inventoras para el wët
wët fxizenxi hablaron en directo, vía celular, narrando brevemente la historia
de su invento (escuchar programa). A un lado, haciéndole ruedo, los
demás preguntaban a Jeo que por qué no aporca el maíz, que cómo prepara el
abono, que de qué tamaño es el hueco para sembrar plátano, que por qué le quita
las hojas bajas al maíz, que cómo hace para no desyerbar el maíz sino que se
desyerba solo, que qué variedad de plátano tiene, que cuántos surtidores mueve
su sistema artesanal de riego, mejor dicho, etcétera. Todas las preguntas
fueron respondidas hábilmente, con suficiencia de experto. Hemos ido unas
cuatro veces a recorrer el tul de Jeo y cada vez sale con cosas nuevas.
Esta vez el motivo de la visita fue el encuentro de
otro grupo de inventores e inventoras para el wët wët fxizenxi que hicimos en
la comunidad de Bodega Alta, así se llama la vereda. Terminado el recorrido por
el tul, la huerta, fuimos al almuerzo. Un sancocho de pollo, con plátano y yuca
de la huerta de Jeo. Que por qué la yuca tan blandita, que en qué luna la
siembra, que en qué luna la cosecha, qué cómo hizo para cuadrarse a su mujer,
una mona alta de ojos color cielo...
Y luego nos fuimos a la casa grande, donde hay
sombra y penumbra, a observar los videos de cada uno de los inventores e
inventoras participantes. Cada uno y cada una hablaron mientras las imágenes se
proyectaban en la pared:
- Un mayor de 70 años que hace 50 que fabrica sus
propios trapiches de moler caña, para no tener que comprarlos al gobierno o a
las multinacionales, según sus palabras. Que con eso educó a todos sus hijos.
Habla pausado, camina pausado, y en el video vimos que el caballo que mueve el
trapiche anda a su mismo paso, aunque ya lo hace solo, sin cabrestearlo ni
arriarlo. Calixto Quitumbo, se llama el mayor. El caballo, quién sabe.
Don Calixto, en diálogo con Jeo.
- Hermelinda Yatacué vino en representación de su
esposo José Jair, un inquieto que no para de inventar. Pero ella misma lo apoya
y juntos sacan adelante una huerta tul que da gusto mirar. Uno de los inventos
es un espantapájaros que hizo José Jair. Es un gran pájaro hecho con tronco de
maguey y plumas de gallina, un pájaro espantoso y espantador. Pero ella dice
que no la asusta el pájaro de su marido.
- Gerarina Coicué viene de Ullucos, una vereda de
Toribío, cercana a Jambaló. Allí, cría gallinas criollas, prepara abono
orgánico ayudado por ellas, y con ese abono abona tremendas coles, repollos,
zanahorias, plátanos, chachafrutos, zapallos... que alimentan desde el momento
de mirarlos.
- Entre los que llegaron llegó Efraín Rivera con su
hijo. Vienen de El Tablón, una vereda de Jambaló. Allí, varias casas relumbran
de noche, que hasta las ve Gerardina desde Ullucos, gracias al genio inventor
de Efraín que es capaz de producir 13 kilovatios con poca agua. Estudió hasta
segundo grado y ya ha montado otros sistemas hidroeléctricos en lugares
lejanos. Hizo un generador eléctrico portátil –cabe en la mochila– que se puede
conectar a una manguera de media y hace sonar un radio y alumbrar un bombillo.
- Lorenzo Pechené tiene dos hectáreas cultivadas de
achira. Vende una parte entera y la otra la raya. Para hacerlo inventó él mismo
la rayadora eléctrica, al ver el funcionamiento de la rayadora manual de la
cocina. Es un gran molino con un motor de un caballo de fuerza, una tolva de
tabla y un rodillo dentado que deja la achira lista para pasteles, panes y
bizcochuelos.
- Arsecio Medina fue a Francia y vio que los
campesinos franceses alimentan a sus vacas bajo techo. Yo hago lo mismo, dijo.
Con una mesa y un machete asegurado a ella por la punta hizo una picapasto
manual. Después, durante dos semanas, educó a sus dos novillas para que se acostumbraran
a comer en canoa.
- María Cristina Achicué cría gallinas criollas, por edades, cada edad en su propio espacio, con corralitos para que unas no le quiten a las otras. Les ha construido comederos con tarros reciclados. Cultiva una muy completa huerta. Y un gran jardín, con materas también de tarros reciclados. Todo esto en un lote de 8 x 15 metros. No hago más porque no tengo tierra, dijo.
- María Cristina Achicué cría gallinas criollas, por edades, cada edad en su propio espacio, con corralitos para que unas no le quiten a las otras. Les ha construido comederos con tarros reciclados. Cultiva una muy completa huerta. Y un gran jardín, con materas también de tarros reciclados. Todo esto en un lote de 8 x 15 metros. No hago más porque no tengo tierra, dijo.
María Cristina vende o cambia: huevos, gallinas, pollos, matas, materas...
- Iván Erminson Ramos, un jovencito, hace generadores eléctricos grandes y pequeños. Esta vez mostró uno hecho con elementos reciclados, pequeño, que movido por media pulgada de agua hace alumbrar 4 bombillos led. Dice que puede hacerlos más grandes, incluso para su comunidad pero no cuenta con recursos para este fin.
- Y llegó también el más sincero, Libardo Ul. Por
pura pereza, dijo, inventó una despulpadora de café adaptando su motocicleta.
Como su mamá tiene unas maticas de café, se turnan para la despulpada. El día
que le tocó a Libardo, la pereza, la necesidad de ahorrar tiempo, le hizo
pensar en una solución y fue la de adaptar la catalina y la cadena de su
motocicleta a la despulpadora. Luego, puso la moto en tercera, le movió el
tornillo del mínimo para una aceleración constante y con una mano en la cintura
echó, grano a grano, los bultos de café en la tolva.
Así pasaron uno a una los participantes. No
llegaron todos, pero ya llegarán. Convinimos una agenda de visitas –un equipo
de la Campaña de inventos irá visitando invento por invento– y quedamos
abiertos a nuevos encuentros. Si cada uno y una por su cuenta ha inventando
tanto, cómo no será en equipo. De este modo la Campaña de inventos para el wët
wët fxizenxi da la importancia que merecen todos y todas las participantes y
reconoce la grandiosidad de su trabajo.
Un ejemplo sencillo: Hermelinda cuenta que su
familia, extensa, está conformada por 30 personas. Cultivan la caña, la muelen,
la cuajan en panela que reparten entre todos. Con esa forma de trabajar le
tuercen el cuello al capitalismo ya que todo el acto económico se dio a nivel familiar y ni una moneda de centavo
pasó por Wall Street. Es más, no hubo moneda, solo panela.
Todo lo que cuentan inspira formas de economía
comunitarias, inspira la educación propia, la salud comunitaria, la
responsabilidad por el conjunto y no solo por la parte, el otro mundo que ya
está en camino. El wët wët fxizenxi. No son una luz en el horizonte, son una
luz aquí y ahora. Cuánto podemos hacer si dejamos de cargar el ladrillo a los
capataces mundiales –o de exaltar sus espejitos– y miramos hacia adentro.
Hermelinda cuenta que su familia prepara la panela y la distribuye entre todos. Su compañero, José Jair, inventó un espantapájaros para ahuyentar a los pájaros que se le comen la alverja.
A partir de septiembre de 2014 la Campaña de inventos estará visitando uno a uno los inventos que falta por recorrer.
Hermelinda cuenta que su familia prepara la panela y la distribuye entre todos. Su compañero, José Jair, inventó un espantapájaros para ahuyentar a los pájaros que se le comen la alverja.
A partir de septiembre de 2014 la Campaña de inventos estará visitando uno a uno los inventos que falta por recorrer.
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