miércoles, 1 de octubre de 2014

No es un pájaro, no es un avión...

Es el espantapájaros.




Hermelinda y familia haciendo mantenimiento a los espantapájaros.











En septiembre iniciamos la segunda fase de las visitas de los 39 inventores e inventoras que hicieron parte de la Primera campaña de inventos para el wët wët fxi’zenxi en el norte del Cauca. En la primera fase visitamos 16 personas, ahora visitaremos 23 entre septiembre y octubre.

Esta vez visitamos a Hermelinda Yatacué, una señora cabeza de hogar, madre de siete hijos, ya que su esposo José Jair, la mayor parte trabaja por fuera de su sitio de origen y viene a ver su familia cada seis meses y luego nuevamente regresa a su sitio de trabajo. 

La delegación visitante estaba conformada así: el equipo de comunicación del Cecidic, en cabeza de Adrián Velasco; la escuela de agroecología del Cecidic con Gonzalo Rivera y estudiante; el hilo de material educativo del Tejido de educación de la ACIN con Arcadio Tróchez. Al momento de llegar nos recibió Pinto, un perro que es el guardaespaldas de Hermelinda y su familia. Se encontraba amarrado porque de estar suelto no hubiéramos arrimado o quizás no hubiéramos regresado como llegamos. 

De repente salió Hermelinda y su familia, nos dieron la bienvenida y nos invitaron a pasar y a sentarnos (ka'cx). Nos brindó la bebida tradicional, la chagusgua de maíz. Nos presentamos y presentamos el objetivo central de la visita y las primeras palabras fueron “yo pensaba que se habían olvidado, como no volvieron a sonar por las emisoras”. 

















Después de una buena charla y entrar en confianza nos empezó a describir sus inventos iniciando con el famoso espantapájaros, hecho por José Jair, una figura de pájaro gigante hecho de maguey forrado totalmente con pluma de bimbo (pavo) para que se pareciera a un pájaro de verdad, más exactamente a un águila, animal temido por las torcazas. Su pico es una espuela de gallo y sus patas, como las de una gallina. Por la mitad de su cuerpo lo sujeta una cuerda para ser colgado en medio del cultivo (fríjol, arveja). 

Pasa y acontece que los pájaros pequeños dañan mucho los cultivos de arveja o fríjol cuando apenas están reventando. Las torcazas y otros pájaros bajan a comerlas, pero pájaro que se duerme o que se concentra comiendo corre peligro, pues baja el águila y tuqui tuqui. Pájaro que se duerme o que se concentra comiendo baja el águila y los comidos son otros. Por ese motivo todo el tiempo deben estar en la jugada para que el águila no los coja con las plumas a bajo. 

Un truco que José Jair, el compañero de Hermelinda, se pilló por eso inventó ese pájaro grande que representa al águila. Cuando los pájaros pequeños vienen a comer del cultivo se encuentran con la sorpresa de que el águila los está esperando, pero es mentira porque en realidad se trata del pájaro de José Jair. 

A veces el águila llega también a la casa y arrasa con lo que se encuentre. Pero eso no es culpa de ella sino muchas veces la culpa es de nosotros mismos, porque en muchas ocasiones comemos cancharina de maíz cerca de la casa sin saber que esta famosa cancharina atrae al águila. Entonces el águila concluye diciendo “yo vine porque me llamaron y con las patas vacías no me voy”. De esa manera finalizó de exponer Hermelinda el invento del espantapájaros. 

De la misma manera nos contó de la producción de abono orgánico. Nos dio a conocer de que ella recolecta el estiércol de curí, el del ganado, la ceniza que saca de las tusas de maíz y los desechos de la cocina y los coloca a descomponer en un lugar alejado de la casa y así cuando se descompone lo utilizaba en los cultivos como el plátano, las hortalizas y otros cultivos de pancoger.



Lugar de preparación del abono orgánico.












Y su tercer invento, el tul familiar, un tul donde tiene una cierta cantidad de productos como plátano, arracacha, zapallo, rascadera, maíz, guamo , naranja, lulo y caña que utiliza para hacer melao. Su familia grande está conformada por 30 personas y con el cultivo de la caña producen la panela para todos. En ese caso no usan ni la moneda de un peso para realizar esa actividad económica. Nos contó y vimos que utiliza la cabuya como cerco del tul donde también hay café, el cual está resistiendo el fenómeno del niño. Tiene unos 2000 árboles plantados y para evitar que se sequen le toca regarlos uno por uno con una taza y así lo está logrando sostener gracias a su paciencia y empeño ya que no tiene forma de riego. 

Esta forma de trabajo que lleva Hermelinda es de admirar. Sus siete hijos son los que le dan fuerza a Hermelinda para continuar por el camino del wët wët fxi’zenxi, hijos que están educados y orientados a enfrentar las trampas del estado colombiano que es el que nos han cambiado al sentido de buen vivir. 

Después de recorrer el tul regresamos a su casa donde nos fuimos despidiendo con arepa de choclo y chasgusgua como refrigerio. De esta manera concluimos con la visita del invento del espantapájaros, la producción de abono y el tul familiar de Hermelinda Yatacué y José Jair Cometa.

3 comentarios:

  1. Historia de vida que nos hablan de ingenio, compromiso con el presente y el futuro, recuperaciòn de saberes ancestrales, de esperanza en una vida mejor. Gracias, Matilde Eljach.

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  2. Coordial saludo por parte del programa vientos de comunicación y felicitamos por el labor que hacen mediante la comunicación, visitar el territorio donde esta la palabra con acción,
    adelante

    wecx wesejikwe cxute pay

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  3. Es muy interesante la experiencia valdría la pena que las personas que están haciendo maestría en educación de las comunidades nasas tuvieran oportunidad de conocer estas iniciativas

    Atentamente,
    gloria castro

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