Continuando con la visita a los inventores que hicieron parte de esta Campaña, tuvimos la oportunidad de visitar al inventor Calixto Quitumbo con su invento el trapiche manual panelero, en el municipio de Toribío, vereda Vichiquí.
Arribamos al casco urbano del municipio de Toribío un viernes de septiembre. A eso de las 9 de la mañana nos dirigimos a la vereda de Vichiquí, como a 15 minutos del casco urbano. Ubicamos la casa del señor Calixto Quitumbo y lastimosamente no se encontraba. Averiguando, averiguando los vecinos nos chismosearon que posiblemente se había ido a su finca en El Congo, ¿cruzando el océano? No, así se llama una vereda cerca de Vichiquí. Nos dirigimos a su finca pero nos envolatamos, mejor decidimos regresarnos y buscarlo en horas de la tarde.
Así que nos
regresamos al casco urbano y nos dirigimos a la emisora comunitaria Nasa Estéreo
en donde por medio de los micrófonos
dimos a conocer lo que habíamos encontrado en los recorridos y, cómo no,
nuestro punto de vista y ellos también nos compartieron por las dificultades
que estaban pasando pero en fin concluimos que este proceso es una lucha y hay
que continuar.
A eso de la 1 pm regresamos a buscar al inventor
Calixto Quitumbo. Cuando fuimos arribando a su casa ya estaba saliendo nuevamente, lo saludamos y
no nos había reconocido por que andábamos todos de negro y con gafas negras y
en moto negra. Entramos en confianza y nos invitó a pasar y nos preguntó si
queríamos guarapo de caña y nosotros ni cortos ni perezosos dijimos que sí. Su
señora esposa nos trajo guarapo en un
vaso y comenzamos a conversar. Nos dijo que por qué no lo habíamos llamado,
nosotros le respondimos que lo habíamos hecho pero el número del teléfono
estaba mal.
En fin, lo bueno fue que llegamos y lo encontramos, nos comenzó a contar su proceso, su vivencia, las historias de lo que había pasado en su territorio; cómo era la educación de los padres en ese tiempo. Con 71 vueltas al sol es mucho lo que hay para contar. Una de las reglas de antes era que los padres cuando lo enviaban a un mandado le decían “hágame este favor” y escupían en el piso. Uno tenía que ir y volver sin que la saliva se hubiera secado y si regresaba cuando la saliva se había secado, lo castigaban. En ese momento acabamos el guarapo y le agradecimos pero al instante la señora su esposa fue y nos trajo otro vasado y continuó la conversa. En fin, tocó que sacar una disculpa e ir a ver el invento porque ya la cabeza nos estaba dando vueltas.
Y así nos dirigimos a ver el trapiche manual
panelero y chichero de tres rodillos que estaba como a dos minutos de su casa.
De éstos los está fabricando desde que tiene 20 años. Vimos el trapiche donde él saca el guarapo (el
estanquillo, le llama), un trapiche donde sus rodillos son totalmente de madera
y forrados con alambre dulce para evitar su desgaste. Los canales por donde escurre
la miel son también de madera y su aseguramiento son cuñas de madera remplazando
los tornillos que se ven habitualmente. Lo único que faltaba que fuera de
madera era el caballo.
Los rodillos están reforzados con alambre para evitar el desgaste.
Pero el caballo es de carne y hueso y con un corazón inmenso. ¿Rocinante? ¿Pegaso? ¿Babieca? No, Guarapero. Está entrenado solo para producir guarapo, ya que no es necesario arrearlo ni jalarlo, él solo comienza a trabajar cuando le piden el favor. Arre Guarapero, muele por favor. Si no le piden el favor se rancha. Don Calixto dice que hay que entrenar los animales para cada tipo de trabajo. La edad del caballo debe ser proporcional a la de don Calixto. O durante el entrenamiento aprendió su pausa y su ritmo porque tienen la misma cadencia. Y los tres tienen sus propios sonidos al andar. Caballo, trapiche y Calixto son un solo ser. Un trío productor de guarapo.
Pero el caballo es de carne y hueso y con un corazón inmenso. ¿Rocinante? ¿Pegaso? ¿Babieca? No, Guarapero. Está entrenado solo para producir guarapo, ya que no es necesario arrearlo ni jalarlo, él solo comienza a trabajar cuando le piden el favor. Arre Guarapero, muele por favor. Si no le piden el favor se rancha. Don Calixto dice que hay que entrenar los animales para cada tipo de trabajo. La edad del caballo debe ser proporcional a la de don Calixto. O durante el entrenamiento aprendió su pausa y su ritmo porque tienen la misma cadencia. Y los tres tienen sus propios sonidos al andar. Caballo, trapiche y Calixto son un solo ser. Un trío productor de guarapo.
El guarapo listo para beber. Antiguamente fue prohibido por el Estado colombiano. Los policías llegaban a los puntos de venta y volteaban las canoas. Hoy en día hay muchas chicherías en Toribío. En una de ellas bailan los más viejos al son de las notas de una radiola. Los más jóvenes van al Manolo, a Copacabana, a La jirafa roja.
Don Calixto no vende guarapo a sus alrededores porque los borrachos se agarraban a puños. Para evitarse ese problema mejor lo vende por encargo, a 20.000 pesos la poma (cinco galones). Que cocinando caña crio a sus hijos, dice con orgullo, “qué papá hace eso”, le agradecen sus hijos. Que de esa forma, inventando su propia máquina y viviendo de su guarapo, no tiene que estarle rogando ni comprando al gobierno ni a las multinacionales, agrega. Cómo hacen falta sus palabras en nuestras asambleas y congresos. Dice el mayor Calixto que le gusta mucho el trabajo y tiene mucha fuerza para seguir viviendo otros cuantos años. Incluso dice que se va a conseguir una mujer de 15 años, no para vivir con ella sino para que lo entierre. Se echa hacia atrás para reírse y se coge el sombrero para que no se le caiga.
De esa manera fue terminando la visita. Fue muy
divertido hablar con el mayor inventor. Regresamos a su casa, invitándonos
nuevamente a otro vaso de guarapo pero medio lo probamos porque ya estábamos como
locos.
En el rostro del
mayor Calixto se reflejaba la alegría por la visita. Que tiene muchas
más historias, dice. Lastimosamente el tiempo no nos alcanzaba y si hubiera
alcanzado tal vez no hubiéramos salido
buenos y sanos.
Sin embargo, el periodismo indígena se las arregló para encontrar esta imagen. Se ve a don Calixto empujando la caña y a Guarapero jalando el trapiche.
Cabía la posibilidad de regresar un día laboral para Guarapero. Sin embargo, siempre hay el riesgo de que se ranche. O si una potra alazana el Guarapero se encuentra / el pecho se le desgrana y no le hace caso a Calixto / y no le obedece a un freno ni lo para un pasarrienda.
Con 71 vueltas de sol, es mucho el saber acumulado. Gracias por compartir estas historias. Matilde Eljach.
ResponderEliminarHermoso, muy importante también el audio para enviarlo a los cuatro vientos.
ResponderEliminarabrazos, Patricia
Que buena la propuesta,espero que nos lleve a conocer este producto de invento propio,hay que aprovechar la tecnologia nasa que no hay nada q envidiarla con la de afuera. Piedad Dicue
ResponderEliminarLeyendo y viendo estas imágenes, me da cierta nostalgia, no la de no estar en estas visitas, sino, de no haberlos visitado a todos durante la campaña...hay tanto espíritu en estos inventores!!!! Jorge Hernán Prieto.
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